La Matzá de Angelina de León
octubre 19, 2024 | 12:54 am
La Matzá de Angelina de León, esposa del comerciante Cristóbal de León, Almazán
La historia de Angelina de León es una de esas que parece sacada de una novela histórica, llena de secretos, tradiciones ocultas y traiciones. Imagina a Angelina, una mujer conversa viviendo en el pequeño pueblo de Almazán, Soria, en pleno siglo XVI. Su vida, en apariencia cristiana, ocultaba en realidad algo más profundo: un compromiso inquebrantable con sus raíces judías, que se reflejaba en los pequeños gestos cotidianos que mantenía en secreto. Pero en aquella época, cualquier desliz podía costar muy caro.
Una de esas prácticas ocultas era la preparación del matzá, el pan sin levadura que se come durante Pésaj, la Pascua judía. Para Angelina, ese pan representaba no solo una conexión con su pasado, sino un acto de resistencia frente a la Inquisición que vigilaba a los conversos. Sin embargo, la receta que preparaba en su hogar iba más allá del matzá tradicional. Angelina había adaptado la receta a su entorno y a los ingredientes disponibles en la Península Ibérica, creando una versión enriquecida, algo así como un lujo clandestino.
En lugar del simple pan hecho solo con agua y harina, Angelina añadía huevos, miel, aceite, pimienta y especias a la masa. Su versión del matzá, lejos de ser solo un recordatorio de la huida de Egipto, era una mezcla deliciosa que llevaba consigo la influencia de la cocina española y, más allá de todo, un signo claro de que, en su casa, las tradiciones judías seguían vivas cocinando sin levaduras.
Pero no todo el mundo en su hogar compartía ese secreto con el mismo fervor. Su criada, María Sánchez, conocía bien las costumbres de Angelina, decidió traicionarla frente a la Inquisición. En su testimonio, María detalló cómo su ama, durante la Semana Santa, preparaba unas “tortillas redondas con pimienta, miel, huevos y aceite” («fasía con masa y huevos unas tortillas redondas, con pimienta e miel e aseyte, e las cozía en el forno, e questo fasía en la Semana Santa»), que cocía en el horno. Eran, sin lugar a dudas, versiones refinadas del matzá, hechas con una dedicación que solo quienes mantenían la fe judía podían comprender.
La receta, aparentemente inofensiva, se convirtió en una prueba irrefutable de que Angelina estaba judaizando. El testimonio de María Sánchez no fue solo sobre la receta, sino sobre cómo esas “tortillas” se hacían en el contexto de la Semana Santa, una época donde los rituales cristianos eran inquebrantables, y cualquier desviación era vista con sospecha.
La historia de Angelina es un recordatorio de la fuerza de las tradiciones y del valor de quienes las mantenían, incluso bajo el riesgo de ser descubiertos. Así, la matzá de Angelina no solo nos cuenta la historia de la salida de Egipto, sino también la de una mujer que, a través de la cocina, mantuvo viva sus tradiciones y la esencia de su pueblo, aun cuando todo a su alrededor estaba diseñado para aplastar esa llama.
Si deseas probar esta receta histórica, puedes hacerlo en Portland (Oregón, EE.UU.), donde la panadería de Kim Boyce ha rescatado y adaptado esta receta judeoespañola del siglo XVI, sacada del archivo inquisitorial.
La receta de Angelina:
- 4 tazas de harina blanca
- 1 cucharada de pimienta negra
- 4 huevos grandes (batidos)
- 6 cucharadas de miel
- 4 cucharaditas de aceite de oliva
- 8 cucharadas de agua
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